jueves, 23 de diciembre de 2010

La estética. Opinión de Rafael Carcelén


Por Rafael Carcelén
(Originalmente publicado en el semanario Valle de Elda)



La estética


Elevada a ciencia en el siglo XVIII, hoy la estética es, antes que nada, un tipo de cirugía con la que hacerse unos arreglitos en los pómulos, los pechos o las cartucheras. Leí hace poco que una muchacha de veinte años había denunciado a una clínica muy importante (y que parece ser la más denunciada por los clientes que en ella se operan) por problemas muy serios tras un implante de pechos. Me resulta sorprendente esta demanda que se ha desatado por cambiar nuestra fisonomía y particularmente en personas (más mujeres, aunque también hombres) tan jóvenes.

Supongo que habrá mil razones para exponerse tan gratuitamente a riesgos tan elevados. Pero sólo en un mundo que mitifica la imagen, lo adolescente y que nos empuja a ser como Peter Pan puede resultar explicable algo así. Además, el volumen de negocio que se mueve ya con estas intervenciones hace que surjan como hongos las empresas dedicadas a ello y que, lógicamente, pugnen y presionen para que se extiendan entre los ciudadanos. Una vez más, siempre la misma sospecha: la máxima rentabilidad garantizando la mejora estética.  



Quizás debamos simplemente asumir que no hay estiramientos o reducciones que detengan el tiempo. Y que éste es consustancial a nuestro propio devenir y crecimiento. Aceptar el paso del tiempo, lo que se lleva y lo que nos aporta en cada momento, con la mayor naturalidad. Ahí está la clave: los poetas, exultantes o elegíacos, siempre han cantado para aprender a convivir con él, con sus esperanzas y sus sinsabores, nostálgicos o anhelantes, escépticos o  inquietos. Ahí están los clásicos. Ahí los orientales. Adecuar el ritmo de nuestro organismo al de la naturaleza, a sus procesos y secuencias: esa es la lección estética de vedas, taoístas o presocráticos que tanto bien puede hacernos aún.

La Estética, más allá de un tipo de cirugía para detenernos en un tiempo imposible, puede ayudarnos (ahí están los clásicos, ahí los orientales) a aceptar con naturalidad su transcurrir, adecuando nuestro ritmo vital a cada instante; a vivir en un gozoso presente, a envejecer creciendo interiormente… Como señalara Emilio Lledó, además de nuestro bienestar debería preocuparnos nuestro bienser. Cuidémoslo: sin cirugías.


Rafael Carcelén es maestro de escuela en el CEIP Padre Manjón de  Elda. Poeta, lector apasionado y perpetuo observador, opina sobre la realidad que nos rodea, bien en su columna Entre col y col en el semanario Valle de Elda o en otros foros independientes y/ o alternativos.

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